
Cuando alguien nos habla de madurez, no podemos dejar de pensar en fruta 🙂
La madurez es una explicación circular: “el niño no es capaz de hacer lo que esperamos que haga porque no es suficientemente maduro, y no es suficientemente maduro porque no es capaz de hacer lo que esperamos que haga”
En consulta nos encontramos a menudo con padres y madres preocupados porque sus hijos/as no han alcanzado determinadas habilidades (leer, escribir, utilizar el wc,…) que observan en otros niños de su edad. También es muy frecuente que esos padres y madres hablen de “falta de madurez” para explicar ese déficit, en muchos casos porque un profesional que ya les ha atendido ha utilizado la madurez para explicarlo.
Pero, ¿tienen los niños y niñas madurez?
Al respecto nos gustaría destacar el mayor de los inconvenientes que en nuestra opinión supone utilizar este concepto a la hora de enfrentar una situación de falta de habilidades o falta de aprendizaje en niños.
- Hablar de falta de madurez solo incrementa la preocupación de los padres y madres. Cuando un profesional explica la falta de habilidades de un niño/a por su supuesta falta de madurez, le está indicando a los padres que hay algo “en” el niño/a que falla, aunque no sea capaz de describir qué es, algo que no podemos modificar y ante lo cual la única alternativa es esperar 🙁 Esto lleva a padres y madres a sentirse aún más desorientados y desesperanzados ante cómo resolver la situación.
El concepto de madurez, muy extendido entre los profesionales especializados en el área infantil y juvenil, llega a utilizarse en ocasiones como “retraso madurativo” incluso sin realizar una evaluación previa de las habilidades y proceso de aprendizaje que presenta el niño/a 🙁
ALTERNATIVAS AL CONCEPTO DE MADUREZ
La “madurez”, un concepto no operativo (no se puede observar, evaluar ni mejorar en base a él), tiene como alternativa todos los comportamientos que podemos observar en el niño/a, es decir, lo que ya hace y lo que va aprendiendo a hacer 🙂
A partir de estos comportamientos sí podemos establecer una intervención para que el aprendizaje objetivo se dé.
Así, si hablamos por ejemplo de retirar el pañal a un niño/a, para tomar la decisión debemos tener en cuenta QUÉ hace ya al respecto, CÓMO y con qué frecuencia lo hace. En este caso, entre los comportamiento previos que deben darse antes de retirar el pañal están:
- el niño/a se baja y se sube solo el pantalón y su ropa interior
- el niño/a pide hacer pipí o caca en el wc
- el niño/a presenta una frecuencia diaria cada vez más estable en las horas de micción y defecación (podemos identificar horas del día cada vez más estables)
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