“Mi hijo tiene tres años y no come comida sólida. Sí come pan, gusanitos, patatas fritas, galletas… Además no tiene ningún interés en probar nada nuevo, ni siquiera chocolate. Estamos yendo a un psicólogo, llevamos tres sesiones y está hablando con nosotros. El psicólogo dice que el niño tiene un problema principal y que algo nos quiere decir con no comer. Lo cierto es que el niño tiene un carácter complicado. A mí me gustaría que nos plantease un plan de acción por lo del tema de la comida, tal y como tú comentas, pero parece que él no trabaja así. ¿Qué te parece? ¿Cambiarías de profesional?”
Esta consulta, recibida por Hazteconellos, nos sirve como ejemplo de lo importante que es analizar los comportamientos que se están dando en el presente, para definir adecuadamente los objetivos, primer paso hacia el cambio 😉
De entrada, en este caso, leyendo con atención podríamos llegar a la conclusión de que el niño sí come, y además sí come sólido, sólo que puede estar eligiendo qué sólidos comer, como complemento, quizás, a otros alimentos líquidos o triturados que ya toma. En todo caso, la evaluación inicial debería centrarse en aspectos como:
- ¿Qué alimentos toma el niño, en qué cantidad y momentos del día?
- ¿Presenta habilidades prerrequisitas (esto es, necesarias antes de entrenar otra habilidad) como son permanecer sentado, masticar o utilizar cuchara y tenedor?
- ¿Qué nivel de independencia muestra en otras áreas como es el cuidado personal o la realización de deberes escolares?
- ¿Cuál es su nivel de lenguaje? ¿Sigue instrucciones?
- ¿Presenta otro tipo de comportamientos inadecuados, dentro o fuera de casa?
Siguiendo con nuestro ejemplo, y teniendo en cuenta toda esta información, si se confirma que el niño come sólidos pero elige qué alimentos tomar, podríamos definir el comportamiento objetivo de nuestra intervención como “incrementar la variedad de alimentos sólidos que el niño toma” 🙂
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