“Había una vez un erizo y una gaviota que decidieron hacer una carrera por la selva. El que ganase tendría derecho a un descanso y una comida especial. ¿Qué hizo el erizo? Pues se pasó toda la noche reuniendo a los demás erizos de la zona y los fue ubicando cada uno en un sitio por el que debía pasar la gaviota. Cuando amaneció empezaron a correr y cada vez que llegaba a un lugar, la gaviota preguntaba:
– ¿Erizo, dónde estás?
Entonces salía uno de la pandilla de los erizos que había por el camino, sin que el principal se moviese de su lugar. Al final de la carrera, la gaviota se dio por vencida y ¿sabes quién ganó? ¡Pues nadie más que tu amigo el tramposo erizo saharaui!”
En nuestro caso, tener previstas las recompensas, actividades agradables y demás consecuencias que podemos ofrecer cada día de la semana, además de dificultades como la falta de tiempo u otros recursos, nos acercará a los objetivos previstos (llegar puntuales al colegio, terminar las tareas, hacer nuevos amigos en el parque, dormir solos…) No es necesario hacer trampas, basta con planificar 😉
Cuento publicado en el Libro “Cuentos Saharauis”, colección de cuentos saharauis compilados por Xabier Susperregi.
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