Se dice que la creatividad es algo beneficioso para nuestra sociedad, para el individuo y para todas las especies, y se asocia a conceptos como inteligencia, talento, genialidad, intuición, inventiva, descubrimiento y originalidad. Pero, ¿qué es ser creativo?
Como describía Bijou (1982) “Comportamiento creativo es el término que se utiliza para denominar una resolución novedosa a los problemas… Cuando un niño de cinco años obtiene una solución poco usual para su edad, se dice que es listo, pero cuando alcanza un resultado único, se dice que es creativo”. Aunque creatividad y resolución de problemas están relacionadas, nos centraremos en la primera y las condiciones que hacen más probable que un comportamiento creativo se dé y se mantenga. Por tanto podemos afirmar que, si creamos esas condiciones, un padre, una madre, un profesor/a o el mismo niño pueden enseñar la conducta creativa.
Situaciones que favorecen la creatividad:
- Ayudarle a elaborar repertorios extensos de habilidades y conocimientos
- Darle oportunidades, en todo tipo de situaciones, para desarrollar este tipo de conductas
- Proporcionarle guía y soporte para aproximarse a nuevos problemas
2 recomendaciones básicas para enseñar creatividad:
- Elogiar cada vez que se produzcan respuestas que no se han dado antes
- Incluir comentarios descriptivos en nuestros elogios (mejor: “utilizar ese cubo como base ha sido una gran idea” que: “¡bien hecho!”)
Cuando hablamos de creatividad es más útil referirse a campos concretos donde los más pequeños pueden ser creativos, como pueden ser la música, la tecnología, la ciencia,… En el caso de la creatividad plástica deberíamos darles acceso a diferentes materiales (acuarelas, óleos, grafito, pastel, lápiz electrónico…), diferentes soportes (clásicos como el papel, cartón, vegetal, Ingres, reciclado, pared, lienzo,… o tecnológicos como aplicaciones para el iPad), valorar de forma descriptiva resultados que nunca antes hayan presentado, permitir que compartan su afición con otras personas dentro y fuera de su círculo, y promover actividades relacionadas (planificar rutas “artísticas”, visitar exposiciones, dar a conocer sus propias creaciones,…). Por tanto, a mayor diversidad de situaciones y experiencias, más probables serán las respuestas creativas relacionadas con un ámbito, más novedosos los resultados a largo plazo y mayor su compromiso con la actividad 😉
De acuerdo con todo. Que las peques tengan recursos para probar y dar margen a que participen y sugieran nuevas ideas, nos funciona bien en casa. Nada sale mal… o tiene arreglo, o lo reutilizamos para otra actividad (hablando siempre de plástica, que es lo que trabajamos de momento)
Y añadiría algo también importante, adaptar las manualidades a la edad del niño.
“Nada sale mal,… o tiene arreglo o lo reutilizamos” es la filosofía 😉 Además, esos momentos de ocio compartido nos permiten alejarnos del monótono “¡no hagas, no toques, no digas!”
Creo que al niño hay que acompañarle en el camino a descubrir sus dotes sin muchas pretensiones. Un ejemplo es en la aventura que estamos metidos en casa; A mi hijo le entusiasma ahora pintamos con un método nuevo on line que se aleja de la idea de lo que es pintar y dibujar. Me lo aconsejo una amiga se llama descubre el talento de tu hijo.com.
Puede que les pueda ayudar.
gracias por el blog.
Gracias Sofía. Entiendo que siempre tenemos expectativas cuando enseñamos una habilidad: que aprendan algo nuevo, que perfeccionen una técnica, que ganen autonomía,… Si queremos que estas expectativas sean realistas debemos marcarnos objetivos, por ejemplo, que aprendan a nombrar tres colores nuevos, que si empezaron pintando sólo casas lleguen a pintar animales y frutas, que utilicen más colores cada vez,…